Las Tecnologías de la Información y la Comunicación, TIC’s constituyen la infraestructura que hace posible la globalización y propicia el cambio de mentalidad hacia lo global. La revolución digital, crea un nuevo sector industrial, la industria de la información, que se caracteriza por hacer negocio generando conocimiento, y venderlo en un mercado global. Este conocimiento proviene de redes, en las que con el trabajo de diferentes especialistas, pertenecientes a diversos sectores, se crean bienes informacionales, intangibles y regidos por unas leyes propias, diferentes de las de los mercados tradicionales.
La industria de la información tiene la facultad de transformar todas las actividades productivas, de una manera similar a como en su día lo hizo la energía eléctrica, pero su impacto va más allá de la economía, ya que sus efectos alcanzan el ámbito social, cultural, político e institucional, dando lugar a la sociedad del conocimiento.
La Unión internacional de Telecomunicaciones ITU, calcula a partir de once variables, el índice ICT, que mide el grado de desarrollo de la sociedad del conocimiento. Los datos obtenidos, reflejan que existe una relación directa entre éste y el desarrollo económico de un país, lo que supone un cambio de paradigma, en el cual el conocimiento pasa a ser el principal factor productivo.
A pesar de que las TIC’s destruyen puestos de trabajo, el conocimiento sólo puede ser creado por el ser humano, por ello el mundo digital, tiene un mayor potencial de creación de puestos de trabajo cualificados que otros sectores tradicionales. De esta forma los países que están dando el salto hacia la nueva economía, caminan hacia el pleno empleo, mientras otros más atrasados lo destruyen.
La nueva economía crea la empresa red, que surge de la tendencia de concentración de capital hacia una gran corporación, que descentraliza su actividad, en multitud de unidades productivas independientes, orientadas a la máxima eficiencia.
La sociedad del conocimiento debe dar paso a la revolución de la formación, el caso de Korea del Sur así lo atestigua, ya que ocupa la primera posición en el ranking ICT de desarrollo de la sociedad del conocimiento, así como en el informe PISA, llevado a cabo por la OCDE para la evaluación de los estudiantes. En este sentido, será fundamental el mantenimiento de habilidades mediante la formación a lo largo de toda la vida, así como la capacidad de adaptación al cambio.
En la economía tradicional manufacturera, el tamaño era fundamental para el aumento de la competitividad, lo que producía una obsesión por hacer crecer las empresas. En la nueva economía prevalece la flexibilidad, y en este sentido, las pequeñas empresas son las únicas capaces de adaptarse a los grandes cambios, y es en la capacidad para la innovación donde se encuentra la competitividad.
La innovación requiere de organizaciones orientadas a las personas, que aporten su creatividad, y basadas en la apertura y en la colaboración, como vías para una adecuada acumulación de conocimiento. La tendencia es hacia un trabajo cada vez menos individual, organizado en red, mediante equipos multidisciplinares, y con una remuneración flexible, en base a objetivos, lo que requiere una actitud proactiva y exige una mayor dedicación, con respecto al trabajo en la empresa tradicional.
La nueva economía genera oportunidades, pero estas requieren de personas innovadoras que realicen un gran esfuerzo para aprovecharlas, teniendo en cuenta que en muchos casos, el entorno no es propicio para ello. Siendo el conocimiento el principal factor productivo, nuestro cerebro pasa a ser el medio de producción fundamental, y debemos ser conscientes de que todos disponemos de este recurso, que otras generaciones anteriormente, no tuvieron oportunidad de explotar.
Sergio Fernández, formador especializado en desarrollo personal, y autor de Vivir sin jefe (2009), y Vivir sin miedos (2010), reflexiona sobre ello durante su intervención en la Coworking Spain Conference 2014, opinando lo siguiente: “… con las necesidades básicas mejor cubiertas que lo que las tuvieron nuestros padres o abuelos, esta generación, dispone de cierta capacidad de elección para aprovechar el talento que cada uno posee. La pregunta clave que debemos hacernos, es la siguiente: ¿Cuales son mis dones o fortalezas, y cómo puedo ponerlos al servicio de los demás?”
Como alternativa a un puesto de trabajo en una empresa tradicional, Sergio propone explorar las nuevas oportunidades que la sociedad del conocimiento genera, mediante la participación en proyectos. Esto da paso a un nuevo paradigma laboral, en el que la capacitación sustituye a la titulación, y lo que determina el valor de un profesional, son los proyectos en los que ha participado.
Dado que las empresas actúan en un mercado saturado de oferta, se ven obligadas a buscar una orientación muy concreta, y por ello requieren de profesionales con habilidades específicas y sobre todo capaces de colaborar y trabajar en equipo. Las redes son fundamentales en este modelo y los espacios de coworking constituyen un lugar adecuado para que redes de personas colaboren sacando adelante ideas y proyectos.
BIBLIOGRAFIA Y REFERENCIAS:
IMAGEN: Ávila.» Casa de labriegos en el arrabal» Posada del Tio Goriche. Plaza e la Feria. Por José Luis Pajares. (CC BY-NC-SA 4.0)
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